Historia #30
LA PATILLA
Era el año 2001, yo tenía 19 años, había salido de mi ciudad natal, Cúcuta, con mi semblante de estrato cero, mi dialecto Motilón y mi acento totalmente arraigado.
Llegué a vivir a Envigado, un municipio cerca de Medellín, muy bonito, todo se veía impecable, excepto yo, les digo que de lejos se veía que era un forastero y de los más "arriados".
Un día mi mamá me mandó a comprar una PATILLA, y me indicó dónde las vendían. "Eso es pan comido" - pensé. Al llegar al lugar, vi que en la entrada habían unas 50 patillas y, con mi acento totalmente Cucuteño, pregunté: "Chamo, cuánto cuesta una patilla?", el señor me miró como "bicho raro", lo cual me incomodó, pero muy respetuosamente me dijo: "JOVEN, YO NO VENDO PATILLAS", giré mi mirada hacia las 50 PATILLAS de la entrada, me llené de odio y como estaba acostumbrado a un ambiente hostil, mostré mi estrato y entre reniegos salí diciendo: "y estas catreHps las tiene de adornos?".
Mi mamá sonreía al escuchar mi queja, dejó que me desahogara y me dijo: "Hijo, aquí le dicen SANDÍA".
ESE DÍA APRENDÍ QUE DEBÍA APRENDER MÁS COSAS PARA NO HACER EL RIDÍCULO!
El día que fui por APÍO y me iban a dar unas ramas casi me pongo a pelear, luego me di cuenta que tenía que pedir ARRACACHA!
LA PATILLA
Era el año 2001, yo tenía 19 años, había salido de mi ciudad natal, Cúcuta, con mi semblante de estrato cero, mi dialecto Motilón y mi acento totalmente arraigado.
Llegué a vivir a Envigado, un municipio cerca de Medellín, muy bonito, todo se veía impecable, excepto yo, les digo que de lejos se veía que era un forastero y de los más "arriados".
Un día mi mamá me mandó a comprar una PATILLA, y me indicó dónde las vendían. "Eso es pan comido" - pensé. Al llegar al lugar, vi que en la entrada habían unas 50 patillas y, con mi acento totalmente Cucuteño, pregunté: "Chamo, cuánto cuesta una patilla?", el señor me miró como "bicho raro", lo cual me incomodó, pero muy respetuosamente me dijo: "JOVEN, YO NO VENDO PATILLAS", giré mi mirada hacia las 50 PATILLAS de la entrada, me llené de odio y como estaba acostumbrado a un ambiente hostil, mostré mi estrato y entre reniegos salí diciendo: "y estas catreHps las tiene de adornos?".
Mi mamá sonreía al escuchar mi queja, dejó que me desahogara y me dijo: "Hijo, aquí le dicen SANDÍA".
ESE DÍA APRENDÍ QUE DEBÍA APRENDER MÁS COSAS PARA NO HACER EL RIDÍCULO!
El día que fui por APÍO y me iban a dar unas ramas casi me pongo a pelear, luego me di cuenta que tenía que pedir ARRACACHA!
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