Historia #37
MITI MITI Y NADA DE RETACHO
MITI MITI Y NADA DE RETACHO
En el año 1991, Bani y yo teníamos 8 años, estábamos estudiando en la Escuela San Martín #65, cursábamos el grado Tercero primaria. Habían muchos alumnos nuevos, y empezaba a tomar fuerza un nuevo juego que cambiaría nuestras vidas: "MITI MITI Y NADA DE RETACHO".
Este juego consistía en que usted se tenía que ligar o, mejor dicho, tenía hacer un pacto con uno o varios de sus compañeros entrecruzando su dedo meñique con el de ellos, comprometiéndose mutuamente a que, en el momento que sonara la campana del recreo, si su compañero le decía: "MITI MITI Y NADA DE RETACHO", usted tenía que compartir la mitad de lo que iba a comer con dicha persona. La manera de evitarlo era diciéndo "RETACHO", antes que mencionaran el "miti miti", lo cual daba una inmunidad y la tranquilidad de haber salvado la "merienda". Pero con el hambriento de Bani y el modesto de Dani, NADIE ESTABA A SALVO, jajajaja.
Por Dios bendito que nos "ligamos" con medio salón, y eso sucedió porque ellos no tenían la menor idea que nosotros nunca llevábamos nada para comer, jajajajajaja, sonó el timbre y empezó la fiesta de comida!
Bani y yo no pensábamos en nada más sino en ganar, eso era MITI MITI Y NADA DE RETACHO por aquí y MITI MITI Y NADA DE RETACHO por allá, coma y coma, huepucha, ese juego era perfecto hasta que se dieron cuenta que habían hecho el peor trato de sus vidas, jajajajajaja.
Uno a uno empezaron a "desligarse" de nosotros con el débil argumento que nunca teníamos nada para darles a ellos, y de esa manera se nos cayó la fachada que teníamos montada. Un buen abogado hubiese salvado esos contratos!
Pasaron los días y ya nadie jugaba con nosotros al "miti miti", así que nos quedábamos mirando a los demás niños comer. Entre esos niños, estabaYholmar Yesid, él hizo la diferencia entre los compañeros de estudio, él se dio cuenta que algo no estaba bien con nosotros, él supo que necesitábamos más que un compañero, él se dio cuenta que necesitábamos un amigo.
Ese día Yholmar nos pidió que nos acercáramos, y compartió la mitad de su lonchera con nosotros, medio pan, medio huevito, y sirvió chocolate en la tapa del termo para que nosotros tomáramos. Al siguiente día hizo lo mismo, y les cuento que son momentos que marcan la vida de una persona para bien porque Bani y yo nos sentimos muy afortunados de tener un compañerito como él.
Pasó otro día, sonó la campana del recreo, nos hicimos cerca de donde se sentó Yholmar, él nos volvió a invitar a su lado, y cuando abrió su lonchera, vimos 2 panes, 2 huevos y más chocolate. Ese día comimos el doble.
Se lo imaginan todo pequeñito contándole a la mama el caso y pidiéndole que le doble la ración para poder compartir más con nosotros?
ESE DÍA APRENDÍ QUE TENÍAMOS UN AMIGO!
Ser amigo de Bani con la pecueca tan brava que tenía, eso sí es de arriesgados, jajajajajaja.
Ser amigo de Bani con la pecueca tan brava que tenía, eso sí es de arriesgados, jajajajajaja.
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